Así que puse el hierro de marcar ganado bravo al fuego, hasta que se pusiera al rojo vivo. Una sonrisa terrible afloraba a mi rostro cadavérico, mientras el hipopótamo me ofrecía sus cuartos traseros con toda la inocencia del mundo, ignorando el tremendo dolor que estaba a punto de padecer, je, je.
Una vez el hierro candente, me precipité dentro de un barril de cerveza, dejándome asomar lo justo para marcarle el trasero al hipopótamo. Consumada la gamberrada, podría ocultarme con facilidad, a la vez que el enfurecido animal saldría propulsado derechito hacia la plaza principal del pueblo. Así que eso es lo que hice, dejarle al pobre bicho marcado con la E de Escritos.
Lo que sucedió a continuación fue de lo más atroz y sangriento jamás acontecido en la localidad de Buena Suerte La Grande, que así se llama el lugar a donde me dirigí para realizar semejante trastada.
Con mi teléfono móvil de última generación conseguí inmortalizar el desastre ocasionado por la ira descontrolada del hipopótamo. Para muestra, las tres fotos que dejo para el final del reportaje, je, je. Y por cierto, no tengo ningún remordimiento por lo hecho. Es más, los habitantes del pueblo deberían de estar agradecidos por haber aparecido en los telediarios de medio mundo. JA, JA, JA.
Joder, fijate si esta la cosa mal que hasta Papa Noel tiene que recurrir a un ERE. Madre mia... si, prefiero al hipopotamo furibundo.
ResponderEliminarAl final los ayudantes de Papá Noel dislvieron la manifestación, ocultándose en las alcantarillas para no ser despachurrados por las patas del hipopótamo.
ResponderEliminarY por cierto, así pudo Papá Noel llevar a cabo el ERE. Je, je. :P Un saludo, Nerea.